jueves, 19 de noviembre de 2015

Proyecto, o quizá no, para miopes

No tengo ni idea, ni la más remota, de cómo diseña el resto del mundo. No sé en qué se inspiran, ni cuándo tienen sus ideas más brillantes. Quizá sea mientras toman un café a la hora de la siesta, mientras el resto de la familia duerme o quizá, así como ¡pum!  de repente, en la cola del supermercado. No sé cuánto tiempo invierten en el proceso. Quizá algunos sean cuestión de horas, otros lleven días y otros necesiten meses de reposo en un cajón hasta volver a ver la luz completamente definidos. No sé si los piensan en blanco y negro o si visualizan en su cabeza las telas y los colores. Si llegan a soñar con ellos.
No sé nada de eso. Pero sé que son suyos. Sé que cada diseño tiene una historia detrás y guarda dentro un pedacito del corazón de su autor. Sé lo que duele que eso no se valore ni se respete. 

Por mucho que la gente quiera pensar lo contrario, no es necesario registrar un diseño para "protegerlo". El primer artículo de la ley de propiedad intelectual indica que la propiedad intelectual de una obra literaria, artística o científica corresponde al autor por el solo hecho de su creación. El registro puede facilitar las cosas, pero es algo totalmente voluntario.

Como decía al principio, no sé cómo diseña, cómo crea el resto del mundo. Pero sé lo que no es crear:
Descargar un dibujo de un blog, modificarlo en tu ordenador y ponerle una marca de agua con la dirección de otro no te convierte en autor. 
Descargarlo, sacar fotocopias y regalarlo o venderlo, no te convierte en autor. Y, si no eres el autor, no puedes pretender tener los derechos de éste.
Cambiar una oveja por un carnero, una estrella por un corazón, un color por otro, ampliar o reducir una imagen, no te convierten en autor.
Utilizar un patrón de internet para hacer un trabajo y enviarlo a una revista para que lo publique, junto con el patrón descargado no te convierte en autor.  Y conseguir que la revista en cuestión publique en otro número una pequeña nota aclaratoria (cosa que agradezco mucho) compensa en parte el disgusto, pero no del todo.

Si después de todo este texto, todavía tenéis paciencia para leer más os remito a la entrada con el diseño original de mi Homeveja:


Cada vez me cuesta más seguir negándome a que el mundo cambie mi forma de ver la vida. 
Me he hartado de leer que todos copiamos a todos. Que al final una oveja la dibuja cualquiera. Quizá sí, no lo discuto. Pero yo les tengo mucho cariño a las mías. 

Nunca me ha molestado que mis ideas se copien, que se utilicen mis dibujos. La única norma siempre ha sido no hacer uso comercial, no lucrarse con lo que yo regalo. Creí que era obvio que apropiarse de mi trabajo sí me molestaría. 

Estoy decepcionada. Mucho. Y no lo digo para que me dejéis comentarios de ánimo. Ni tampoco me importa si estáis totalmente en contra de lo que pienso y os parece una tontería. Ni una cosa ni la otra son necesarias ni van a cambiar mi estado de ánimo. Ni siquiera los insultos. Sólo espero que las personas que hacen cosas así se planteen durante al menos 10 segundos cómo se sentirían si la historia fuese al revés. (Si después de esos 10 segundos dicen que no les importaría... mejor que lo piensen otros 20).


Bss gordos
M.


P.S: Hace unos años esta entrada hubiese sido mucho más breve. Simplemente os habría contado que a mi ojo derecho después de 45 años le ha dado por ser miope y que mi princesa me ha ayudado a elegir unas gafas que pierdo todo el rato, porque paso el día en un proceso de quita-pon muy estresante. Y que he decidido hacer una funda patchmonísima. 

Y lanzaría un proyecto para miopes abierto a hipermétropes y demás sufridoras gafiles, incluyendo las gafas de puro postureo y también de protección solar. Con opción a no guardar gafas, sino lapiceros mágicos que pinten estrellas y ovejas y lunas.

O un reto creativo (que es algo divertidísimo, porque todo el mundo tiene buenas ideas y muchos descubren habilidades que ni siquiera sabían que tenían)

O cualquier otra locura

Echo de menos esa época. Mucho.


c